June 21, 2021
Lo bonito de ver la camiseta puesta
Nada en la creación de empresa se compara con ver al equipo con la camiseta puesta con orgullo, literalmente. ¿Cómo lograrlo?
Nada en la creación de empresa se compara con ver al equipo con la camiseta puesta con orgullo, literalmente. ¿Cómo lograrlo?
Esta semana cumplí uno de mis sueños profesionales, ver crecer un equipo. Pero primero una historia.
Cuando estaba en el colegio, con unos 13 o 14 años tuve una buena lección de vida de mi papá. En esos momentos donde como pelao uno está tratando de encajar, una de las tendencias de la época las camisas color pastel ‘Lacoste’. Estas camisas de cuello y 3 botones eran lo que todos los fifis usaban (usábamos) para salir en las tardes y hasta para ir de rumba. En mi casa nunca se preocuparon por ‘aparentar’ como dice mi papá, y cuando le pedí una camisa Lacoste se burló diciendo que ese cocodrilo era como feo, pero prometió conseguirlas.
Por varios años anduve con mis camisas pastel de cocodrilo (segurísimo piratas) muy contento por la calle, y un día mi papá me regaló una camisa nueva, se la habían dado en un evento anual de la Warner Lambert, la empresa en la que trabajaba.
Feliz me entregó una camisa amarillo crema ‘tipo Lacoste’, pero esta tenía una gigante diferencia. En vez del cocodrilo al lado tenía una marca distinta bordada, decía Lubriderm. No me di cuenta de esta diferencia hasta que me la puse y me miré al espejo. Le dije a mi papá “cómo se le ocurre al padre que yo me ponga una camisa que diga Lubriderm, que boleta”.
Don Humberto se rió un poco, y miro a mi mamá con risa y me dijo “póngasela que esa es mejor que la otra”. Mi hermano y yo íbamos tarde para la finca entonces me fui rayado. En mi casa tienen un vicio a veces de dejar que uno tenga las vivencias y emociones antes de darnos una perspectiva. En este caso la emoción fue vergüenza. Vergüenza y estar absolutamente incómodo todo el paseo con una chaqueta encima de la camisa, a pesar del calor que hacía como un guevón, porque no me iba a dejar ver con esa camisa de una crema para manos.
Cuando llegue a la casa mis papas me preguntaron cómo me fue y respondiendo como varoncito dije
‘bien, estuvo chevere’. Mi papá se acercó y me dijo: “Mijo venga le explico algo. Esa camisa que tiene puesta ahí, con ese logo morado, esa es la que me paga mi salario, Lubriderm es el motivo por el cual usted puede estudiar en el Jefferson, tenemos esta casa, ha podido nadar, ir a torneos, y es lo que le va a pagar Los Andes que bien cara que si es. Usted no debería ponerse esa camisa con pena, debería es darle es orgullo”.
Obvio me sentí como un culo. Ese mensaje me cambió muchísimo la perspectiva pero siempre me incomodó. Me volví a poner la Lacoste-Lubriderm varias veces y el par de veces que alguien me juzgaba respondía “esta crema es una chimba, si queres te consigo un tarro” con tono carácter. Pero era más como un mecanismo de defensa y rechazando lo idiota que me sentía de todavía sentirme un poquito avergonzado y con boleta – es que uno pelado si es como bobo a veces ¿no?
Este concepto de ‘la camiseta’ para mi es de suma importancia. Cuando recuerdo mis momentos profesionales de mayor orgullo, ninguno supera cuando nos llegaron los uniformes de natación para un torneo junior de la selección Colombia. Había clasificado con las uñas, pero era parte del equipo, y ese uniforme era asqueroso, amarillo pollito y caliente, pero debo haber dormido con esa camisa puesta por ahí 100 veces. Era una sensación de 180 grados con la Lubriderm.
Bueno, ahora en el presente de este escrito. Terminamos el 2020, un año de mie@##. En Truora tuvimos un año bastante pesado. El Covid nos dio duro como a muchos, y nos tocó reventar
al equipo trabajando, todas las áreas (ingeniería, diseño, ventas, producto) han hecho un esfuerzo
impresionante. Gracias a ese trabajo levantamos las áreas que cayeron, lanzamos nuevos productos, ahora hasta trabajamos con gobierno y afortunadamente estamos muy bien posicionados.
Viendo ese gran esfuerzo, a nuestra fundadora Maite se le ocurrió hacer un ‘paquete de apreciación’ (care package) para el equipo. Este gesto era importante, porque no hemos podido tener nuestra reunión anual por el Covid y en palabras de David Cuadrado, nuestro CTO, sentimos que mucha de “la magia que hemos creado en la empresa se está perdiendo porque no podemos estar juntos” y por este mierdero de trabajar todo el tiempo remoto con días eternos y sin fin a la vista.
El paquete fue entregado a todo el equipo y trajo de todo, camisas, joggers, stickers de los equipos, unas medias y un mensaje sentido de agradecimiento. Cabe señalar que dice Truora por todas partes y la camisa principal tiene un astronauta gigante en el frente.
Dicen que fundar empresas es un ejercicio de coraje, y resiliencia. compartir. Siento que además de eso, lo obvio, es un ejercicio de humildad y vulnerabilidad. Porque al tratar de solucionar un problema grande, en nuestro caso el fraude, lo que estamos buscando es crear una cultura, un equipo, que trabaje unido para solucionar ese problema. A este equipo hay que liderar y motivar.
Desde la perspectiva de los fundadores, esto da pánico. ¿Cómo lograr que un grupo de personas nos siga? Y que tenga ese foco y sentido de pertenencia, como los deportistas de las selecciones de fútbol o natación y no como yo con la camisa de mi papá.
Por más que uno trata que el sentido de valor personal y autoestima no ‘se pegue’ de la startup que se está creando, ya que todos sabemos que no es sano, hasta un punto sucede. Teniendo presente en mi mente la reacción del adolescente Danielito con boleta de la camisa amarilla crema, el entregar swag brandeado de Truora por todos lados me generaba algo (mucha) angustia. Más de una vez pensé ‘ojalá no les de boleta como me daba a mi’.
Ese no fue el resultado, el equipo se parece mas a mi papá que a mi. Cuando pienso en las cosas que personalmente me hacen feliz en Truora, los clientes contentos, lo que hemos crecido, la experiencia de YC, los inversionistas apoyando, amigos haciendo barra, todo esto es importante. Pero nada, nada se compara a ver un equipo dichoso con la camiseta de Truora puesta con orgullo. Con genuino orgullo, no como el guevoncito de Cali que le daba pena la Lubriderm.
No puedo expresar lo satisfecho que eso me hace sentir, y mis cofundadores se sienten igual. Traté de explicarlo en el All-hands, y se me aguaron los ojos entonces paré (bajémosle un cambio pues, que no es pa’ ponerse tan sentimental frente a todo el equipo, eso mejor en privado).
Ahora, tampoco soy iluso, en alguna medida tooooodo el equipo tiene puesto el swag porque es MUY BONITO, el equipo de diseño hizo tan buen trabajo que hasta los más fifis de la empresa que no se bajan de [inserte marca fifi aquí] se la ponen contentos, y tampoco es como que las están usando pa rumbiar sino para estar en la casa en Covid, igual, la alegría es plena.
Puede que suene como un comercial para el chuzo, pero ese no es el objetivo. Es el agradecerle al equipo, a mis cofundadores y a todos los que nos han apoyado a crear un equipo que se viste de azul Truora y se pone un astronauta orgulloso. Tienen la camiseta puesta y nos están ayudando a llegar a este futuro sin fraude que tanto buscamos.
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